viernes, 30 de enero de 2009

Le conozco desde los tres años. Se dice pronto. En nuestra época de niños pequeños, ya nos entendíamos de maravilla. Sin tener apenas conciencia, ni entender el verdadero significado de la amistad, nos hicimos amigos. Yo me fui, y a partir de ahí hubo un pequeño vacío de tiempo en nuestra amistad. Pero pocos años más tarde, el destino, llamémosle así, nos quiso juntar otra vez, en un verano. Fue como un nuevo comenzar. A partir de ahí, mi harta conocida pasión por el básket y sus "ganas" de hacer deporte nos juntaron de nuevo. Pero esta vez, nos juntó de verdad. Hemos compartido de todo, menos amores, que nuestros gustos siempre fueron diferentes (el mío mejor que el suyo, por descontado..) Pero hay una cosa, en todo esto, en toda esta amistad, en todo este universo que me sorprende de mala manera. Su casa. No porqué sea muy bonita, muy encantadora o que huela muy bien. No. Simplemente, que no la he visto. ¿No os sorprende a vosotros también? Porque a mí sí, y bastante. ¡Y que más da!

Sí, ¡date por aludido guapo!




jueves, 29 de enero de 2009

Todas las tardes lo mismo. Dejamos pasar mil buses para estar un rato más. Discutimos y nos peleamos simplemente porque ninguno de los dos queremos escoger el autobús. Eso sí, mientras esperamos, disfrutamos de la compañía del otro, que al final del largo día, se hace imprescindible. Impresionante.




miércoles, 28 de enero de 2009

Me sorprendía el modus operandi de ese anciano. Zapatillas blancas, calcetines a media pierna a juego, pantalones cortos beige, camisa blanca, gorra en la cabeza y apoyándose en su bastón. Vivía en la misma calle que yo, casi a tocar de mi bloque, separados por el precioso parque. Todos los días, al llegar a casa, le veía caminando, debidamente vestido y a zancada amplia. Siempre que el tiempo acompañaba, salía a dar sus 10 vueltas a un minuto y medio cada una de ellas. Rutina llevada a rajatabla. Al acabar sus 10 vueltas, se sentaba en un banco a descansar, y a esperar que pasara alguien con quien poder pasar la tarde charlando.



lunes, 26 de enero de 2009

Bienvenidos

Escuchando La Fuerza. Primero el calcetín izquierdo, después el derecho. Me pongo mis pantalones cortos Legea. Calzo y ato mis bambas blanco inmaculado, primero la derecha seguida de la izquierda. Ahora, la camiseta sin mangas y encima mi camiseta blanca. Me mojo la cara y me limpio las suelas. Listo. ¡Ai no! 1,2,3... pis,ku,ma,ther! Ahora sí.
Va a empezar el partido. Me quito mi camiseta blanca y me seco la cara a la vez que camino. Me soplo las manos. Ahora sí, empieza el partido.