sábado, 11 de julio de 2009

Y aquí estamos. En la common room de la residencia, poniéndonos al día con nuestros amigos y familiares. Conociendo a gente nueva, que afirma que esta noche fiesta de españoles en Picadillly. Después de dos días en esta gran ciudad nos sentimos como en casa. Aunque nos perdamos para encontrar un bus, o que andemos durante un buen rato para encontrar el London Bridge, estamos aclimatados. Y aunque no nos guste el humor inglés, ni el de un camarero “gracioso”, estamos bien, a gusto, y con casi 20 días por delante. Let's go.


sábado, 6 de junio de 2009

Hay gente que de vez en cuando te sorprende. Positiva o negativamente, para bien o para mal, el caso es que te sorprende. Y la verdad, es que, la mayoría de las veces, gusta que te sorprendan. O, esa gente, que de golpe sufre un cambio de actitud radical sobre algo, sobre un tema o una persona. Entonces dices ¡Vaya cambio de actitud!, y te responde ¡Esperemos que dure mucho tiempo!. Y te dices a tí mismo que si que durará. Te autoconvences de una teoría que ni tú sabes si es cierta, "hay cambios que son definitivos". Da igual, lo importante, es disfrutarlo mientras dure.




viernes, 24 de abril de 2009

Faltaba una hora para el estreno. Se notaba la tensión y el nerviosismo en todas las caras. Yo parecía estar tranquilo, pero seguramente mi cara expresaba los mismos sentimientos previos al gran estreno. Gente corriendo de un lado a otro, maquillándose, me falta el collar, se me ha roto un zapato. Faltan 30 minutos. Abren las puertas, la gente empieza a entrar y ocupar los asientos. A medida que se llenaba el teatro subía el nerviosismo. Quedan apenas 5 minutos cuando el director nos reúne, nos tranquiliza y nos asegura que lo haremos bien. Todos reunidos, en medio del escenario, como un verdadero equipo. Con el telón cubriéndonos, sabiendo, que al otro lado hay gente impaciente por vernos en nuestros papeles. Todo el mundo en su sitio, a su tarea. Fuera luces, música, se abre el telón. Que empiece el show.



lunes, 13 de abril de 2009

El viaje se presentaba algo largo. Pero no por eso aburrido, ya que nos acompañaba una buena distracción. Al principio todo va según lo planeado, con nuestro acompañante charlando animadamente con mi padre, mi madre durmiendo (rara vez no lo hace en los viajes) y yo interviniendo a ratos. Al cabo de un rato consigo que suene 1999. Mi gozo y disfrute durante esas 14 obras de arte es impresionante, haciendo oídos sordos de las burlas y risas de los demás. Sí, soy un incomprendido.
Al cabo de un rato la cosa cambia. El charlatán se duerme, mi madre se despierta y empieza a hablar con mi padre, mientras la radio parece que cada vez suena más fuerte. Entonces, lo decido. Últimamente me ha dado por leer. Sí, yo, leer. Me sorprendre hasta a mí. Mi nuevo libro, Tokio Blues, Murakami. He oído hablar bien de él. Después de 25 páginas, decido dejarlo por el momento. Hay mucho ruido y no me concentro. Además, el libro es denso. No sé si para todo el mundo, o solo para mí por mi falta de experiencia.
Faltan 150 km, se pasará rápido.

Merda. Retenciones a 5 km. A 2. A 1 km. Nos paramos. Pues no se pasará tan rápido.



miércoles, 25 de marzo de 2009

I'm not an artist. Hoy he visto esta frase en una bolsa, y sí, por muy difícil que parezca, he reflexionado. Pero no he reflexionado así a pelo, no. Para hacer esas cosas que hacen los listos, hay que ambientar la situación. Poca luz, un poco de incienso (sí, ara me ha dado por esas cosas..) música al mínimo volumen (y donde esté Joan Miquel que nos quiten lo demás), y después de una intensa lucha con la silla buscando la comodidad, he conseguido que en el ambiente se respirara reflexión (aparte del Bohemian aroma ...) Ya ambientado, ha comenzado mi reflexión. Después de un largo debate entre diferentes partes de mi cerebro, parece ser que he llegado a una conclusión. En realidad, cada uno es artista de lo que quiere. Uno puede ser un artista escribiendo, otro pintando, otro esculpiendo, otro escuchando música. Otro abriendo ventanas, otro andando por la calle, otro gorroneando comida, otro copiando en un examen y otro dejándose copiar. Cada uno es artista de lo que quiere, solo que a veces no se da cuenta o no quiere. Sí, muy profundo. No voy a entrar en el tema de los genios, esos comen aparte. Se pueden considerar raros, sí. Pero todos sabemos que los raros son los guapos, sólo que nadie lo dice. Sí, son los raros, pero al final todo el mundo quiere ser un genio.





viernes, 6 de marzo de 2009

Lo sé. Sé como te sientes. Yo también me he sentido alguna vez así. Y seguro que a todos aquellos blogs a los que llamas tus amigos, también les ha pasado alguna vez. No estés triste, no merece la pena. No es que te haya olvidado, o que ya no me importes... ¡Dios me libre! Simplemente, no sé que hacer contigo. No sé como mejorarte. Se ve que mi... inspiración, si es que alguna vez la tuve, se ha tomado unos días, mejor unas semanas, de descanso. Eso sí, te juro, que nunca más volveré a pasar hambre. También te juro que algún día volveré, y todo volverá a ser como antes. Es más, la inspiración ha picado a la puerta. Pero ya abriré mañana, que ahora me ha entrado sueño. Creo que voy a agarrarme a una tortuga y a soñar con mi chica tripolar.




viernes, 13 de febrero de 2009

Subo en el bus y me siento. Obviamente, estoy cansado. Una parada después, una marea de gente llena el autobús en apenas un minuto. Empujan y gritan, no controlan su voz. Estrés. Y menos mal que voy sentado. Se cierran las puertas y el bus sigue su marcha. Giro la cabeza y veo una señora, de unos 60 años, en pie a mi lado. En medio de un "oouh!" me quito un auricular y cedo con palabras mi sitio a la señora. Me dice que no, que bajo enseguida chico... Además, tú estarás cansado, que vienes de estudiar... A partir de ahí, un torbellino de palabras sin apenas descanso, repasando la vida estudiantil de sus hijos de pe a pa, de arriba a abajo y de izquierda a derecha. Mostrándome su orgullo por su hija médico, y su decepción por su hijo camionero: Él me dice que con este trabajo es feliz, pero mira... Yo estoy decepcionada. Llega mi parada, señora me bajo en esta, que vaya muy bien. Al fin, me bajo asustado a la par que exhausto, y me vuelvo a poner el auricular. Se acabaron los "oouh!", ahora llegan los "lo lo lo lo" y el recuerdo de un día digno de admirar.



viernes, 6 de febrero de 2009

Vuelvo a casa desde el Tram, escuchando mi querida y apreciada música. A cada canción que pasa mi emoción aumenta. Llega Copenhage y esta emoción de la que hablaba llega a su máximo esplendor. Me dejo llevar, y empiezo a cantar. Al principio tímidamente y sin mediar sonido, pero a medida que llueve en el canal mi emoción sube a ritmos desorbitados. Al cruzarme con una señora, y después de una mirada incómoda, despierto en otro tiempo y en otra ciudad. Se acaba la canción, y llego a casa. Esto de dejarse llevar, hay que hacerlo más a menudo.



jueves, 5 de febrero de 2009

Me termino el café cuando miro hacia mi libro: "Estilo y métrica del Renacimiento". Me aburre. Levanto la vista, como no, para observar. Justo en la mesa de enfrente dos señoras discuten sobre el futuro del hijo de una de ellas. La conversación promete, pero traslado mi atención hacia la izquierda. Un chico, de unos 25 años, entrevista a otro un poco más mayor que él. En su mano, sostiene una grabadora. Pongo un poco la oreja. Fútbol. Suficiente razón para centrar mi atención al otro lado de la cafetería, donde una madre y su hijo francés, ríen al caerse el zumo del pequeño. Otra madre le habría echado bronca, pero esta se limitó a reír y a hacer broma con él. Me levanto, cojo mis cosas y pago. Al salir, pienso y me doy cuenta que lo que hacía no era observar, sino cotillear. Sí, soy un cotilla. Otra "enfermedad" que tengo que intentar curar. Pero sin presión ni estrés. Paso a paso, poquito a poco.


martes, 3 de febrero de 2009

Siempre que puedo observo. Me gusta observar. Me fascina.
Observo a la gente. Su manera de andar, de gesticular, de actuar, de hablar. Intentar saber en que piensan, a donde van. ¿Es o no es fascinante?. Pero no solo observo personas. Observo los edificios, las tiendas, los árboles, las carreteras. Y en especial, las vallas publicitarias, son mi debilidad. Me encantan. Me fijo en la forma y en el contenido, en el producto y en el eslógan, en los colores y los tamaños. Hasta el más mínimo detalle. Incluso en la letra pequeña, donde suele poner "Promoción válida en Península y Baleares" ¡Pobres Canarias!
Sí, me gusta observar. Si fuera una enfermedad yo sería un caso en estado avanzado. Pero tranquila, me curaré. Y cuando lo haga, solo me permitiré el lujo de observarte.



viernes, 30 de enero de 2009

Le conozco desde los tres años. Se dice pronto. En nuestra época de niños pequeños, ya nos entendíamos de maravilla. Sin tener apenas conciencia, ni entender el verdadero significado de la amistad, nos hicimos amigos. Yo me fui, y a partir de ahí hubo un pequeño vacío de tiempo en nuestra amistad. Pero pocos años más tarde, el destino, llamémosle así, nos quiso juntar otra vez, en un verano. Fue como un nuevo comenzar. A partir de ahí, mi harta conocida pasión por el básket y sus "ganas" de hacer deporte nos juntaron de nuevo. Pero esta vez, nos juntó de verdad. Hemos compartido de todo, menos amores, que nuestros gustos siempre fueron diferentes (el mío mejor que el suyo, por descontado..) Pero hay una cosa, en todo esto, en toda esta amistad, en todo este universo que me sorprende de mala manera. Su casa. No porqué sea muy bonita, muy encantadora o que huela muy bien. No. Simplemente, que no la he visto. ¿No os sorprende a vosotros también? Porque a mí sí, y bastante. ¡Y que más da!

Sí, ¡date por aludido guapo!




jueves, 29 de enero de 2009

Todas las tardes lo mismo. Dejamos pasar mil buses para estar un rato más. Discutimos y nos peleamos simplemente porque ninguno de los dos queremos escoger el autobús. Eso sí, mientras esperamos, disfrutamos de la compañía del otro, que al final del largo día, se hace imprescindible. Impresionante.




miércoles, 28 de enero de 2009

Me sorprendía el modus operandi de ese anciano. Zapatillas blancas, calcetines a media pierna a juego, pantalones cortos beige, camisa blanca, gorra en la cabeza y apoyándose en su bastón. Vivía en la misma calle que yo, casi a tocar de mi bloque, separados por el precioso parque. Todos los días, al llegar a casa, le veía caminando, debidamente vestido y a zancada amplia. Siempre que el tiempo acompañaba, salía a dar sus 10 vueltas a un minuto y medio cada una de ellas. Rutina llevada a rajatabla. Al acabar sus 10 vueltas, se sentaba en un banco a descansar, y a esperar que pasara alguien con quien poder pasar la tarde charlando.



lunes, 26 de enero de 2009

Bienvenidos

Escuchando La Fuerza. Primero el calcetín izquierdo, después el derecho. Me pongo mis pantalones cortos Legea. Calzo y ato mis bambas blanco inmaculado, primero la derecha seguida de la izquierda. Ahora, la camiseta sin mangas y encima mi camiseta blanca. Me mojo la cara y me limpio las suelas. Listo. ¡Ai no! 1,2,3... pis,ku,ma,ther! Ahora sí.
Va a empezar el partido. Me quito mi camiseta blanca y me seco la cara a la vez que camino. Me soplo las manos. Ahora sí, empieza el partido.