viernes, 30 de enero de 2009

Le conozco desde los tres años. Se dice pronto. En nuestra época de niños pequeños, ya nos entendíamos de maravilla. Sin tener apenas conciencia, ni entender el verdadero significado de la amistad, nos hicimos amigos. Yo me fui, y a partir de ahí hubo un pequeño vacío de tiempo en nuestra amistad. Pero pocos años más tarde, el destino, llamémosle así, nos quiso juntar otra vez, en un verano. Fue como un nuevo comenzar. A partir de ahí, mi harta conocida pasión por el básket y sus "ganas" de hacer deporte nos juntaron de nuevo. Pero esta vez, nos juntó de verdad. Hemos compartido de todo, menos amores, que nuestros gustos siempre fueron diferentes (el mío mejor que el suyo, por descontado..) Pero hay una cosa, en todo esto, en toda esta amistad, en todo este universo que me sorprende de mala manera. Su casa. No porqué sea muy bonita, muy encantadora o que huela muy bien. No. Simplemente, que no la he visto. ¿No os sorprende a vosotros también? Porque a mí sí, y bastante. ¡Y que más da!

Sí, ¡date por aludido guapo!




2 comentarios:

  1. A això jo li dic "punyalada trapera per l'esquena"...
    Però maca, aquesta exhaltació de l'amistat.

    ResponderEliminar
  2. Sí, sí.. todo muy bonito, y al final... ZAS! en toa la boca!
    Aunque tengo que reconocer que tienes razón. Date por aludido, Gerard...

    ResponderEliminar